Hola, este soy yo
«Humani nihil a me alienum»
Solo tengo dudas, solo ofrezco preguntas.
Soy padre de dos, ingeniero, estudiante de Antropología, aspirante a poeta y escritor, y un yonqui de aprender.
Si estás leyendo esto es porque pasados los cuarenta descubrí algo que muchos sospechaban y yo ignoraba por completo. Siempre he tenido la sensación de ser distinto, de no encajar del todo.
¿Te has sentido alguna vez como un extraterrestre que intenta vivir entre nosotros, analizando nuestra cultura, queriendo formar parte de ella sin saber cómo conseguirlo?
Yo sí, solo que sabía perfectamente que era de Logroño y que eso, de momento, está en este planeta.
Así las cosas, cuando llegué al instituto decidí que mi mejor arma sería la palabra. En cierto modo, el humor. Siempre tenía a punto una ajustada dosis de ironía o sarcasmo que pudiera mantenerme alejado de situaciones complicadas: no tenía media hostia ni podía salir corriendo, pero tenía una mala leche verbal capaz de dejar en evidencia a cualquiera.
Ya en la universidad, la distancia entre expectativas y realidad me mantenía sumido en una crisis existencial perenne. Mirándolo todo en frío, nada tenía sentido. Todo resultaba gris y monótono.
Y empecé a canalizar todo aquello a través de la escritura: primero relatos, y después poesía. Gané algún premio y publiqué un par de libros mientras estudiaba una Ingeniería.
Pero aquello no era suficiente. Mi nivel de perfeccionismo y autoexigencia siempre han sido muy altos. Algo me insistía en que tenía que encontrar un propósito, un para qué, que resultaba imposible de encontrar. Aunque en el fondo no me rendía.
Y con este panorama, con los cuarenta bien pasados, una cosa lleva a otra y descubro que en realidad todo este puzle tiene una explicación.
Por primera vez, me reflejo en un perfil que me encaja como un guante. Decido comprobarlo y obtengo valores muy elevados de creatividad y pensamiento divergente (o lateral). Sucede que mi planeta se llama «Altas Capacidades Intelectuales» y que, aunque somos pocos, no estamos tan mal. Y que no es tan raro que lo que resulta ser una ventaja, genere también muchos problemas.
Aquello me animó y decidí que iba a volver a escribir en serio. Y que estudiaría una carrera de Humanidades: Historia, Filosofía, Antropología… o incluso Psicología. Intereses múltiples.
Descubrí qué era eso de la neurodiversidad, y cómo lo que creemos saber sobre ello está muy equivocado, repleto de falsos arquetipos.
Escuchando a los que saben y entre un par de pintas de cerveza con un amigo, empezó a madurar en mí la posibilidad de hacer un enfoque antropológico de las AACC. Sin despreciar el trabajo de psicólogos y psiquiatras, un enfoque de este tipo, que nos diga cómo funcionan estos mundos dentro del nuestro, cómo sienten y proyectan estos extraterrestres terrenales, lo que pueden llegar a hacer en diversos terrenos e impactar positivamente en la sociedad, se me antoja totalmente necesario y útil.
Mundos dentro o fuera de este mundo: antropología y ciencia ficción o fantasía. La última pieza del puzle; o quizá solo la primera.
Así nace Divergencia creativa: un proyecto en el que me propongo conocer cómo funcionan las ACI y otras neurodivergencias, a través de una de sus expresiones más notables: la creatividad.
Decía que solo tengo dudas, y es cierto.
Me apasiona el conocimiento y descubrir nuevas fronteras que cruzar. Pero tengo claro que aún mejor que aprender, es poder compartirlo.
Y por eso creo este espacio de debate, de recuperación del asombro y, sobre todo, de encuentro.
Acomódense, alienígenas.