Las altas capacidades intelectuales en adultos, y en cualquier edad, se refieren al potencial cognitivo innato de una persona. Es decir, la capacidad para procesar información y adquirir conocimiento.
Cuando una persona es identificada con altas capacidades es porque a través de pruebas específicas ha demostrado una capacidad significativamente superior a la media para:
– la resolución de problemas
– el aprendizaje rápido y profundo
– la comprensión de conceptos abstractos
– la comprensión, detección y análisis de patrones complejos
De hecho, el Wais-IV, el test para la detección de altas capacidades en adultos más usado, se fija en esas capacidades y puntúa cuatro áreas cognitivas relacionadas (comprensión verbal, razonamiento perceptivo, memoria de trabajo y velocidad de procesamiento), además de calcular la aptitud general, el CI (IQ en inglés).
Estas áreas y potenciales son comunes a personas en edad adulta o infantil.
Ya, pero hablábamos de adultos superdotados en concreto
Sí, ya voy.
Quiero precisar algunos conceptos. Fíjate en estas palabras y piensa cómo pueden aplicarse de forma distinta en función de la edad:
– Potencial
– Cognitivo
– Innato
Efectivamente, estoy separando lo que en la definición parecían conceptos solidarios. Bienvenidos a mi trampa:
Potencial: hablamos de lo que puede llegar a ser, no de lo que ha llegado a ser. Posibilidades, no hechos. Esto es clave.
Cognitivo: relacionado con la facultad de procesar información a partir de la percepción, conocimiento adquirido y valoraciones subjetivas.
Innato: de nacimiento, no adquirido cultural o socialmente (valga la redundancia).
En la identificación infantil suele jugar un papel fundamental el desempeño académico. Es fácil pensar que quien obtiene las mejores calificaciones, tiene de hecho mayor capacidad. Esto es una trampa, aunque tiene su tasa de éxito.
El adulto no se somete a exámenes, no al menos por norma general.
¿Cómo detectarlo entonces?
Fácil, dirás, es terriblemente funcional, habla siete idiomas, ha conseguido un éxito social y laboral evidente y, en resumen, ha resuelto su vida de forma satisfactoria y sin apenas esfuerzo.
No. El potencial no garantiza el éxito.
Hay una diferencia obvia entre poder hacer o lograr algo, y hacerlo. Y hay que añadir que tener la capacidad cognitiva necesaria para hacer algo no significa poder hacerlo. Hay muchos más factores de carácter biológico y cultural que juegan su papel.
Por ejemplo, aunque es posible que vivamos en el periodo histórico con menor peso adscriptivo en la estructuración social (es decir, con la mayor meritocracia), para nacer «bien» hay que seguir teniendo suerte.
Puedes nacer con la misma capacidad cognitiva en un país mediterráneo, en el golfo de Guinea o en un fiordo noruego. Y además puedes nacer en un entorno familiar englobado en cualquiera de las clases sociales definidas por ESEC, puedes tener mejor o peor salud, que te toquen unos «compañeros de tribu» en la infancia u otros y así hasta el infinito.
También puedes tener unos intereses o los contrarios. Y estos pueden ir en consonancia con las convenciones de tu sociedad (es decir, cumplir con la expectativa cultural), o al contrario, divergir de estos en modo semidios.
Cualquiera de estas variables puede tener un impacto sobre la cristalización de los potenciales mucho mayor que el de los propios potenciales.
Que sea un potencial implica posibilidad, no certeza.
El adulto con altas capacidades que llega a la madurez de forma anónima, puede efectivamente hablar siete idiomas y haberlos aprendido sin demasiado esfuerzo. O puede haber generado rechazo a los idiomas, porque era de las pocas cosas que necesitaba estudiar para aprender y eso le generaba frustración y una ansiedad que le persigue a los cuarenta.
Puede haber tenido un innegable éxito académico, o puede haberse aburrido como una ostra y fracasar en el instituto.
¿Quién no conoce estos extremos arquetípicos?
Pero también puede haber aprobado todo sin estridencias, con notables, algún sobresaliente suelto, sin llamar mucho la atención ni esforzarse en absoluto. No me lo discutas:
los casos particulares no hacen generalidad pero son incuestionables, y este fue mi caso.
A fin de cuentas:
- durante la infancia y la adolescencia llamar la atención implica peligros insondables
- ¿Cuál era la ventaja de invertir/perder tiempo y sacar una nota máxima, sobre quedarse normal y discretamente entre los mejores dedicando ese tiempo a cualquier otra cosa con mayor retorno de inversión?
Vale, quizá generar hábitos hubiera sido provechoso más adelante, pero cómo anticiparlo con doce años.
Significativamente superior
Otra precisión más sobre la definición. ¿Qué es superior? ¿Cuánto es «significativamente»?
Hay que refrescar o conocer conceptos básicos de estadística.
La media es el valor que resulta de sumar una serie de valores y dividirlo entre la cantidad de valores sumados. Alguien con un CI en la media sería alguien absolutamente “normal”.
Ese CI medio teórico es 100 (aunque el CI medio en España es 95, 89 en Uruguay, 88 en Chile, en México 87; alemanes y suizos ciñen sus resultados medios a la norma y se quedan en 100, mientras Japón promedia 106). ¿Y esto que nos dice? Simplemente que las condiciones sociales y ambientales permiten un desarrollo medio de sus habitantes mayor o menor.
Resumiendo mucho, se considera superdotación aquellos valores que contienen al 2% de la población con CI más alto. En escala Wechsler, CI130. También se pide que todas las características medidas estén en un percentil 75.
Así que «significativamente superior» significa suficientemente distanciado de la media como para entrar en un percentil 98.
¿El CI es fiable?
Sí. Aunque siempre hay quien lo pone en duda, los tests de inteligencia normalizados y los valores de CI/IQ tienen suficiente evidencia y tradición científica que los soporten como herramientas de media de lo que pretendemos medir.
Lo que un test de inteligencia no va a hacer, lógicamente, es encontrar la correcta definición de inteligencia. Pero si buscamos capacidad de cristalización, de análisis de patrones, espacial, etc., sí, los tests actuales lo determinan de forma bastante afinada.
Podemos discutir si las altas capacidades comienzan en un valor determinado, si estas dependen del valor general o de valores concretos de cada uno de los campos, etcétera. Pero considerando la cantidad de incertidumbre existente en este campo, no está de más apoyarse, con cautela y cariño, en alguna certeza como esta: valores de CI de 130 o por encima implican altas capacidades intelectuales. Por debajo, hay polémica, talentos y una discusión en la que no me quiero meter de momento. Espero tener tiempo.
Lo dejo aquí, que no está mal para un primer acercamiento. Este post es el primero de una serie dedicada a los adultos con altas capacidades. De momento y para abrir boca, aquí puedes ir al primer post del blog, donde más o menos explico de qué va a ir esta aventura.
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