En el origen de la evolución se intuyen la inteligencia y la creatividad. Junto a la primera hoguera surgió el relato:
la primera mujer que domina el fuego cuenta una gran historia durante varias lunas. La recolectora capaz de criar brasas añade cada atardecer nuevas dimensiones a la historia, detalles que se le habían olvidado, respuestas a preguntas que ni se había planteado.
Suposiciones. Conjeturas. Adivinaciones. Invenciones.
Especulaciones.
Del realismo a la ficción a través del uso de la inteligencia, para aportar coherencia, orden y verosimilitud. Para captar la atención. Para interpretar las reacciones verbales y no verbales.
Ficción, inteligencia y creatividad para garantizar la supervivencia. Para expandir las fronteras del pensamiento y evolucionar como tribu, como especie.
La danza alrededor de la hoguera acerca realidades que apenas supimos imaginar. La danza junto al fuego construye los futuros.
De la brújula al GPS pasando por la intuición
La inteligencia, el pensamiento lógico, es la voz del GPS que indica el camino a destino. El norte de la brújula. Un camino que a veces solo existe en la intuición.
Me gusta explicarme la intuición como un conocimiento, un mecanismo subconsciente:
el yo-subconsciente recoge los estímulos externos y los almacena, para filtrarse a través de una serie de mecanismos lógicos, en unas profundidades para las que el yo-consciente no tendría paciencia suficiente. Después el yo-consciente, que había estado tomando unas cervezas o intentando dormir por la noche, recoge esa serie de ideas entre la neblina.
Los mecanismos lógicos de la inteligencia están detrás de las ideas más inesperadas, los conceptos más disruptivos. Enlazan ideas que aparecían totalmente alejadas unas horas antes, una vez estas van cristalizando en la memoria. Y tras esa creación, le dan un barniz de solidez, engarzan los argumentos para permitir su existencia dentro de un marco de posibilidades comprensibles, incluso en los universos más descabellados.
La coherencia y el detalle de Arrakis en «Dune», la profundidad ética de «Nosotros» o «1984», la complejidad y los matices de Tyrion Lannister.
Si el pensamiento es una brújula, la inteligencia es el campo magnético.
La creatividad como un gran motor de explosión
Pisar a fondo y proyectarse hacia el horizonte hasta que cambie, hasta que ese horizonte sea otro. Al trabajo de detalle, fino, lo complementa la fuerza bruta. La doma no existe sin caballo.
La creatividad proporciona formas nuevas a las ideas de la inteligencia, a veces las moldea y pule con un pincel, otras veces las hace explotar y lo deja todo salpicado por aquello que antes no existía.
La imaginación, la creatividad, es la chispa que inflama al combustible y mueve el pistón en el cilindro. Y con él, mueve el mundo.
El proceso de la imaginación es el tránsito desde los conceptos abstractos de la creatividad, que habitan nuestra mente como meros fantasmas, vagos colores, aromas difuminados, a un mundo concreto con personajes profundos que se mueven en relatos cautivadores. El trabajo fino es lógico, y trabaja con los retales y escombros que deja la creatividad a su paso:
cambian los colores, las texturas, los aromas, a nosotros y a los que vienen detrás.
Explorar nuevas ideas y conceptos como Ursula K. Le Guin en «La mano izquierda de la oscuridad», no sólo abre nuestra mente para la lectura literaria, si no también para la comprensión de los distintos mundos posibles en este mismo.
La inteligencia artificial en «Neuromante», en «Yo, robot» o en «Blade Runner» nos preparó para romper con la realidad pasada, llegar a la actual y pensar en la que viene.
Si los relatos son una secuencia lógica, la creatividad es la explosión que los convierte en revolución.
Un trayecto lisérgico para un viaje sinérgico
De la mezcla de inteligencia y creatividad en la ficción especulativa no se obtiene el resultado de una suma de factores. Dos más dos no serán cuatro.
La reacción es explosiva, compleja e impredecible: cada una de las partes potencia al resto. La inteligencia proporciona rigor, coherencia y profundidad. La creatividad desata las ataduras, libera a la inteligencia del ancla que la mantiene a diario en la misma costa.
Así se alcanzan nuevos territorios, se crean nuevos horizontes y se exploran posibilidades narrativas desconocidas.
¿Cómo dejar de pensar en los conflictos raciales, de género y poder como terremotos que sacuden a poblaciones enteras? tras leer el destino de Uche, el hijo de Essun en «La quinta estación», el propio mundo del lector ha de sacudirse. El conocimiento histórico, bagaje cultural y experiencia vital de N.K. Jemisin reaccionan con su imaginación, generando una nitroglicerina capaz de agrietar las más arraigadas normas sociales y estructuras de poder.
A través de la creación de un mundo, nosotros llegamos a los nuestros propios.
¿Cómo no recordar las tres leyes de la robótica de Asimov, ante los desafíos actuales de la inteligencia artificial, la ética y la sociología? Para Asimov, la creatividad generaba una explosión dentro de un mundo imaginario, y la razón venía después a ubicar las cosas en orden. Un orden distinto al anterior, un orden adaptado, evolucionado. Esos mundos hoy nos ayudan a pensar y entender el nuestro.
En el mismo sentido, posiblemente tuviéramos que releer a Carl Sagan en «Contacto», a Arthur C. Clarke en «Cita con Rama» o «La historia de tu vida» de Ted Chiang en caso de contacto extraterrestre. Más que nada porque si releemos «La guerra de los mundos» de H.G. Wells igual nos entra un mal.
La infinitud expansiva del universo
Destruir los límites.
Si los límites del universo están en el infinito, destruir el infinito.
Esta es la danza extenuante, la interminable combinación de vueltas y explosiones que nos ofrece la ficción especulativa, de la mano de la inteligencia y la creatividad.
Un baile inspirador, entretenido y que nos desafía a interpretar de formas distintas el mundo que nos rodea.
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