Hoy te cuento cómo encontrar candidatos para la Academia Xavier, porque parece ser más sencillo encontrar a los nuevos X-Men que dar con unas características de las altas capacidades intelectuales consensuadas, sin polémica ni humo de venta.
¿No sabes qué es el humo de venta? Normal, es un concepto que me acabo de inventar, pero que me está encantando ahora mismo.
La niebla de guerra es un concepto bélico, que hace referencia a la dificultad de poder obtener información fiable durante un conflicto bélico. El humo de venta sería lo mismo, pero sin guerra: la dificultad para obtener información fiable cuando existe cualquier nicho de negocio detrás.
Lo cultural y lo individual: ¿toca ya una perspectiva etnográfica?
Para empezar fuerte, no existe tal cosa como «la personalidad de las altas capacidades», o su «perfil conductual», ya que con o sin superdotación, cada persona es como le ha venido dado ser, y como el entorno la ha hecho. Sobre todo esto último (toma ego, eso que te llevas).
Sin embargo, si creo que las altas capacidades son una neurodivergencia, doy por hecho que han de divergir en algunos puntos respecto a una normatividad, respecto al neurotípico.
En este sentido puedo apoyarme en mi experiencia personal, que no deja de ser un caso aislado, en otras experiencias personales y libros sobre el tema, que en teoría se basan en experiencia clínica.
Quizá el primer problema surge al mezclar, sin demasiado cariño, conceptos de psicología con constructos de la sociología, que es lo que es la «neurodiversidad». Judy Singer, socióloga y activista autista acuñó el concepto «neurodiversidad» en 1998.
Existen diversas fuentes y estudios que han intentado analizar de forma científica estas características de las personas superdotadas. Como suele suceder en los casos en que el sujeto de estudio es un sistema complejo en sí mismo, como es el ser humano, los estudios no extraen los mismos resultados entre sí. Están los que no encuentran grandes diferencias entre poblaciones con altas capacidades y poblaciones de inteligencia normativa, y están los que sí.
En este segundo bloque, las diferencias consideradas suelen ser siempre las mismas, lo que les da cierta presunción de hallazgo. Coinciden en gran medida con mi experiencia y otras conocidas, y con el criterio utilizado por psicólogos especializados (aunque no el de todos).
En todo caso, estamos hablando de indicadores de valoración subjetiva, con lo que ello implica. En muchos casos son características sociales. Y ahí, tanto el individuo como la propia cultura entran en juego. No es el mismo espacio personal el que necesita un italiano o un español, respecto al que necesita un neerlandés.
Es decir, lo que en España se puede considerar un comportamiento «atípico», puede ser perfectamente normativo en Países Bajos. O en Japón.
Y esto me lleva a otro hecho. Los estudios encontrados, por lo general, afrontan las características de las altas capacidades desde una perspectiva psicológica. Sin embargo, hay una variante cultural en la interpretación de los comportamientos y en la propia autopercepción. ¿Quieres empaparte seriamente del tema? Pincha aquí, esta gente sabe más.
Cómo detectar las altas capacidades intelectuales
Las siguientes características de las personas con altas capacidades tienen en común que pueden considerarse un don y, al mismo tiempo, implicar un tipo de condena, presentando desafíos en el desarrollo y la vida cotidiana. De nuevo, depende en qué punto de ese continuo nos situemos, la percepción puede ser una u otra.
Con las salvedades ya explicadas en el punto anterior, estas son algunas características de las altas capacidades:
Velocidad de procesamiento:
Una de las primeras características que se destacan en las personas con altas capacidades es su velocidad de procesamiento mental. Casi por definición, existe una mayor capacidad y velocidad para procesar información y realizar análisis.
Gran capacidad de análisis y asociación de ideas:
La velocidad de procesamiento ayuda a que los vínculos de informaciones distintas aparezcan con mayor frecuencia. Es el llamado pensamiento arborescente, en el que se va saltando de rama en rama sin parar en ninguna.
A priori puede parecer que este pensamiento a lo Tarzán no tiene grandes contrapartidas. Sin embargo, puede llegar a plantear ciertos problemas si quien te escucha pierde el hilo de aquello que pretendes explicar. A veces las conexiones son cualquier cosa menos obvias. Y aquí el problema es tuyo. Necesitas «explicarte mejor», es decir, seguir una secuencia con menos saltos o menos metafórica.
Tendencia a poner todo en duda, utilizando razonamientos propios:
No se acatan órdenes sin compartirlas, ni se tiende a creer sin poner antes en duda y encontrar explicación lógica. Esto, que a priori es una virtud, puede convertirse en un problema en cualquier entorno jerarquizado.
Hiperactividad mental:
La mente ha de estar continuamente ocupada. Cuando algo te apasiona, la capacidad de concentración permite dedicar horas a un mismo tema como si el tiempo no existiera. Por contra, aburrirse es demasiado fácil, y entonces se pierde el foco. Existe un hiperfoco, pero este no es automático, por decirlo así. Y la «cabeza» no para nunca.
Curiosidad infinita:
El interés por temas muy diversos, por aprender en relativa profundidad sobre ellos, y un nivel de apertura amplio a ver cosas nuevas. Algo a todas luces genial, salvo… en una sociedad de hiper especialistas que dominan lo suyo e ignoran el resto.
Ese tipo de sociedad sería el antagónico a una persona con altas capacidades. Y no andamos tan lejos.
Aprendizaje rápido:
No es lo mismo aprender rápido, que la precocidad. La precocidad no es en sí un síntoma. Se trata de que aquello que puede aprenderse, se hace en poco tiempo, no tanto de hacerlo en una edad temprana. Es una alta capacidad cognitiva. Y necesita ser saciada.
Creatividad:
La creatividad entendida no sólo como artística, sino como la posibilidad, la capacidad de llegar a soluciones novedosas en diversas áreas. Una tendencia a no hacer las cosas necesariamente como las hacen los demás o como se han hecho siempre.
Memoria:
La memoria a largo, la cristalización, es también mayor que la media. No es tanto lo que se intenta o no memorizar, ni los detalles, como los conceptos, una cantidad masiva de «conocimiento general». Esto es una útil guía para tomar decisiones relativamente rápido. Hay muchos datos de los que extraer información. Lo malo: que se olvidan cosas aleatorias; y a veces son importantes. Y no se han desarrollado las funciones ejecutivas que «tapan los agujeros» de una mala memoria de la que sé es plenamente consciente.
Observación:
La capacidad de reconocer patrones implica reconocer, también, el fallo en estos. Detectar el error. Además, ese error, esa alteración del patrón, suele generar cierta incomodidad.
Liderazgo:
En un entorno apropiado, si la persona está equilibrada, tiende a liderar; poner su capacidad al servicio del grupo. Mejor eso que seguir órdenes de personas menos capacitadas. Y no hay más alternativas.
Capacidad de abstracción:
Esta capacidad se puede observar como cierta tendencia a reflexionar sobre temas existenciales y filosóficos. Conceptos que necesitan de una abstracción muy elevada.
Perfeccionismo, alta autocrítica:
Resulta casi obsesivo. Acostumbrarse a hacer las cosas bien, lleva a no tolerar el error. Esta frustración puede llevar a problemas de autoestima por no cumplir las propias expectativas. Además se hace de forma automática y puede llegar a percibirse como una falsa modestia ante trabajos que, los demás, ven de un nivel elevado.
Justicieros:
Entre las personas con altas capacidades es frecuente encontrar elevados sentimientos de justicia. Una posición importante de lo moral dentro de la escala vital. Cada cual con su propio concepto de justicia y de moral, claro.
Empatía:
La capacidad para situarse en la piel de otro llega a niveles excesivos, teniendo que aprender a manejar esta habilidad, por el bien de la salud mental propia. El problema es que evitar esta empatía, si se hace sin cuidado, lleva a «personajes» fríos, que no dejan de ser impostados.
Intensidad:
Si algo es una persona con altas capacidades, niño o adulto, es intensa. Una alta sensibilidad con una alta empatía, todo ello sazonado con una alta capacidad de razonamiento, análisis, percepción del entorno, atención al detalle, anticipación… como los mejores licores, un poquito ya puede ser demasiado.
Ironía y sarcasmo:
El humor juega un rol principal en el discurso de las altas capacidades. Tiene, eso sí, una marcada tendencia a la acidez, la ironía, el sarcasmo. También es fácil, cuando el mundo no alcanza las expectativas, llegar al cinismo. Es importante no hacerlo y quedarse con el ingenio, que siempre resulta provechoso como lubricante social.
Conclusiones
Lógicamente no todas estas características de las altas capacidades aparecen en todos los casos, y cuando aparecen lo hacen de distintas formas. Tampoco se debe considerar con altas capacidades a una persona por la aparición de varias de estas características. Se puede llegar al perfeccionismo, la ironía, etc., sin tener altas capacidades.
Es un peligro real el que, en base a un pretendido perfil de las altas capacidades, se «identifiquen» estas en base a una serie de parámetros de la personalidad, y no a un coeficiente intelectual que ha de responder a una distinta configuración de la red neuronal. Se puede haber llegado a destinos similares, por caminos distintos. De esta configuración y perspectiva, nacen, supuestamente, una serie de retos y necesidades que hemos de entender como oportunidades sociales y de los individuos.
Y parece que ya es bastante por hoy, que estoy soltando una buena turra. ¿Crees que sobra alguna característica? ¿Falta alguna? ¿Quieres preguntar o decir algo? ¡Deja un comentario o mándame un correo electrónico!
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PD: El primer post del blog, en el que cuento el objetivo de «Divergencia creativa», está aquí.