La ficción distópica imagina un futuro perfecto en su imperfección. ¿Se te ocurre algo que te resulte incómodo, desconcertante? ¿Una idea sutilmente aterradora? Tráetela, es aquí. Todos hemos jugado a crear un mundo perfecto, una utopía. Una distopía es su antagonista, y para funcionar realmente bien, no debe situarse en sus antípodas. De hecho, las mejores están demasiado cerca del paraíso.
Entonces, ¿qué es la ficción distópica?
La ficción distópica es un subgénero de la ciencia ficción, en el que se nos presenta una sociedad insoportable. Si en la utopía se pretende encontrar un mundo perfecto, armonioso, en el que todos vivimos felices, la distopía transcurre en una sociedad donde la mayoría es infeliz, miserable, y no tiene escapatoria. Como decía, es una sociedad perfecta en su imperfección.
Terror adulto. Pero sutil, sin entrar en la sección de terror.
Los personajes de la ficción distópica afrontan una absoluta decadencia, que puede ser de tipo medioambiental, tener forma de gobierno totalitario o ser un mundo que ha agotado sus recursos.
Margaret Atwood, autora de «El cuento de la criada» y «Los testamentos», una de las autoras de ficción distópica más celebradas, interpreta el género como una forma de avanzar hacia el futuro. Se trata entonces de tomar una idea de la sociedad actual y llevarla a su extremo, hasta que aparezcan los monstruos.
De esta forma, la ficción distópica no deja de ser una expresión de ansiedad literaria: el lugar donde plasmar los temores anticipatorios sobre el futuro. Quizá por eso sea tan del gusto de los adultos con altas capacidades.
Utopía y distopía: ¿cuáles son las diferencias?
Una de las cosas que me resulta más interesante en este subgénero es algo que apuntaba ya antes: una fórmula para llegar a esa sociedad distópica es pensar en una utopía, y luego ser crítico con ella, buscarle la vuelta. La distopía puede castigar dándote lo que deseas.
Distopía y utopía son antónimos. La utopía es una sociedad perfecta, mientras que la distopía resulta deshumanizante y aterradora.
Tomás Moro acuñó el término en 1516, con su «Utopía», que en cierto modo se basa en la «República» de Platón. Pero en sus ideas de perfección, pueden habitar monstruos, y encontrarlos puede darnos una idea perfecta para la anti-perfección.
Ejemplos de estas distopías que nacen de una utopía podrían ser «Nosotros» de Zamiatin o «Un mundo feliz» de Aldous Huxley.
Origen y evolución de la ficción distópica
Diré que el origen de la ficción distópica se sitúa en la ficción utópica. Es decir, ante la proliferación de mundos ideales que, basándose en Platón, pueblan el Renacimiento, la reacción lógica es la crítica a estos mundos supuestamente idílicos.
De este modo, Samuel Butler en 1872 con su sátira utópica «Erehwon» (Nowhere al revés) crea una de las primeras obras de ficción distópica, comenzando la tradición de crear mundos perfectamente terribles.
Sin embargo, posiblemente la obra con mayor influencia es «Nosotros» (1921), del escritor ruso Yevgeni Zamiatin. Activo participante de los movimientos revolucionarios de su país a comienzos del s. XX, Zamiatin plasmó en «Nosotros» los miedos y dudas que le creaban algunas derivas del gobierno bolchevique.
De forma reconocida o no, en mayor o menor medida, la influencia de esta obra es palpable en los tres principales clásicos de la historia de la ficción distópica:
- «Un mundo feliz» de Aldous Huxley (1932)
- «1984» de George Orwell (1949)
- «Fahrenheit 451» de Ray Bradbury (1953)
Características
Las características de la ficción distópica serían los siguientes:
- La destrucción medioambiental:
La distopía sucede, de forma recurrente, en lugares del planeta que se preparan para un inminente colapso. Explorar los efectos del cambio climático y del calentamiento global se ha convertido en un clásico contemporáneo.
- Control gubernamental:
Este es uno de los temas comunes de la ficción distópica. Se dan dos extremos: el gobierno totalitario y opresivo, en distintos grados de explicitud, como en los libros mencionados anteriormente; o el caos siguiente a una ausencia desorganizada de ese gobierno (tipo «Mad Max»).
- Pérdida del individualismo o de la comunidad:
El individuo suele verse anulado por la masa, allí donde existen esos gobiernos totalitarios. En otros casos, el problema es el opuesto: un individualismo extremo que anula cualquier convención social.
- Lucha por la supervivencia:
Los poderes opresivos, la destrucción generalizada, la ruptura del tejido social…en resumen, la ausencia de una cultura que integre al individuo, lo deja a merced de su propia suerte.
- Control tecnológico:
La tecnología excede el terreno de la herramienta y la ayuda y se convierte en una fuerza controladora y omnipresente. Una forma de control absoluto. Es la barrera que no permite escapar y la garantía de éxito del miedo.
Cuál es el objetivo
Cabe preguntarse por el propósito de la ficción distópica. Para qué sirve el género, cuál es su misión, su propósito:
- Crítica social: la mayoría de estas obras, como decía Atwood, parten de un peligro real y contemporáneo y lo trasladan a un futuro cercano, inminente. Buscan, por tanto, crear conciencia y acción.
- Educar: de igual manera, puede educar y advertir sobre peligros estructurales y advertir sobre dinámicas actuales. Esto es lo que hace la propia Atwood en «El cuento de la criada».
- Opinar: consciente o inconscientemente, se transmiten las creencias del autor. Por ejemplo, la filosofía anti-belicista y socialista de H.G. Wells está presente en sus obras.
Vista así, la ficción distópica puede caer con facilidad en la moralidad y en lo panfletario. Administrar, por tanto, con cautela.
La ficción distópica que puedes buscar hoy mismo
Aunque puede que pronto realice una lista con los imprescindibles, además de los libros ya mencionados podemos añadir aquí otras obras, como por ejemplo «¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?» de Philip K. Dick, «La carretera» de Cormac McCarthy, «El señor de las moscas» de William Goding, etc.
Algunas películas aconsejables del género serían «Blade Runner», «Mad Max» y «Matrix».
O series como la perturbadora «Black Mirror», donde cada capítulo es independiente y aborda diferentes aspectos distópicos de la tecnología (cercana) mal digerida. También podemos encontrar «El cuento de la criada», que parte de la novela de Margaret Atwood para distanciarse a partir de la segunda temporada.
La ficción distópica sigue vigente y con una gran influencia en la cultura popular, con un gran caldo de cultivo en temas actuales como la vigilancia masiva, la deshumanización tecnológica, el impacto de la inteligencia artificial o el cambio climático. Gracias a este género podemos anticipar estos futuros distópicos, analizarlos e, incluso, intentar evitarlos.
¿Cuál es tu distopía favorita? Déjalo en comentarios o mándame un correo electrónico.
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