La ciencia ficción está muy denostada. Se la menosprecia por ser, supuestamente, una literatura de entretenimiento, de evasión de la realidad e, incluso, infantiloide. Así que hoy inicio una serie de entradas donde recopilar libros de ciencia ficción, precisamente para convencerte de lo contrario. Para que no te pierdas la oportunidad de disfrutar con lo mucho que el género tiene por ofrecer a cualquier amante de la literatura. Y digo a cualquiera. Incluso a ti. Especialmente a ti.
Un libro de ciencia ficción no lo es por la aparición de naves espaciales, extraterrestres, robots o inteligencias artificiales, por el pacto de ficción que propone al lector. Sí, ya lo he dicho, e intentaré repetirlo con otras palabras distintas:
lo que distingue a la ciencia ficción como género no realista es que su ruptura con la realidad parte de una premisa de prospección científica. Habla de algo posible, que no es posible en la actualidad, rechazando para ello la explicación mágica o sobrenatural.
La ciencia ficción nos hará reflexionar sobre lo que somos, qué futuro queremos construir, qué somos realmente. En esencia, las grandes preguntas de la humanidad. Aunque también puede pretender entretener o simplemente recrearse en una estética, además de mestizarse con otros géneros. Porque al fin y al cabo, en eso consiste toda la literatura, y la ciencia ficción está dentro de ella. Simple.
¿Qué tienen en común los mejores libros de ciencia ficción?
Pues la misma fórmula secreta de la Coca-Cola que hace grande a un libro cualquiera. Primero, ha de ser coherente con su propio «pacto de ficción», y saber facilitar y mantener la «suspensión de la incredulidad» del lector. Esto es común a cualquier ficción, sea la más realista o la más maravillosa. Es absolutamente innegociable.
A partir de aquí, y siempre según mi indocumentado criterio, hay ciertas características que hacen que un libro pase, o no, a calificarse como un gran libro:
La exploración de temas (casi) universales
Considerar universal un tema o tropo literario siempre conlleva cierto riesgo de etnocentrismo. No obstante, parece que todas las culturas, aun las orales, generan sus relatos, y parece también que las preguntas que se hacen pueden aspirar a esta universalidad humana. Que algo sea universal, común a todos los humanos, lo único que hace es confirmar que esa duda, motivación o dilema se acerca a la consustancialidad, al núcleo de lo que nos hace ser humanos. O de lo que ser humanos, nos hace. Que también puede ser.
Así, algunas preguntas que puede hacerse todo gran libro, y por ende, todo gran libro de ciencia ficción serían «¿Qué significa ser humano?», «¿Cuál es el límite entre ser y no ser (humano)?», «¿Qué futuro queremos construir o estamos construyendo?», «¿Qué son el individuo y la sociedad?». Es decir, en cierto modo, transitar las fronteras de la filosofía desde el relato, la historia ficcionada.
Innovación narrativa
Un género literario se integra en una tradición, y esta implica unas determinadas formas de comunicar, de utilizar el lenguaje en la construcción de una historia con elementos que resultan reconocibles para el lector. Sin embargo, los géneros han de evolucionar, como sucede con los seres vivos. Y así, de igual forma, unos y otros necesitan mutaciones e hibridaciones, para superar sus propios límites y llegar a lugares nunca antes visitados. Esta habilidad para, conociendo el entorno, forzarlo a ir un poco más allá, hace grande a un libro de ciencia ficción…y de cualquier otro género.
Influencia cultural
Si un libro, enmarcado en una tradición y género, logra trascender e impactar en la sociedad, ha logrado parte de su cometido. No hay que pensar en grandes gestas, pero por ejemplo podemos ver menciones a 1984 de Orwell una y otra vez, aunque en muchas ocasiones su contenido no parezca bien digerido.
Libros de ciencia ficción: una clasificación polémica
Este blog estaba transitando caminos demasiado tranquilos y seguros para lo que son mis costumbres. Debo meterme en algún charco, y además urgentemente. Vamos allá.
A partir de este momento tomaré prestadas las ideas de un par de críticos y teóricos del género: Fernando Ángel Moreno y Julián Díez. Especialmente del primero, a través de su Teoría de la literatura de ciencia ficción, convertido en uno de mis libros de cabecera.
Más allá de los subgéneros tradicionales, aunque en cierto modo apoyándose en ellos, Moreno distingue tres grandes bloques en lo que llamamos ciencia ficción:
La space opera
La invasión alienígena, el super héroe, el relato pulp, algo similar a novelas de aventuras con el futuro o el espacio como escenario. Puede contener cierta crítica social o filosófica, pero no es su objetivo. Su objetivo es el entretenimiento, al que añaden cierto embelesamiento estético con sus grandes flotas, explosiones y destellos siderales.
No debería asimilarse con «mala literatura» de ciencia ficción, ya que el entretenimiento y la literatura de calidad siempre han sido compatibles. Pero también es verdad que gran parte de la morralla que genera pereza en el género, está aquí.
Ejemplos categorizables aquí, por ejemplo, El juego de Ender (1985) de Orson Scott Card. O Hyperion de Dan Simmons.
Novela científica y hard sci-fi
En este apartado entraría esa ciencia ficción que se abstrae a sí misma como literatura, olvidando lo literario y poético, y explicando a veces hasta la extenuación sus planteamientos científicos. En cierto modo, son ciencia especulativa novelada. Un ejemplo clásico de hard sci-fi es Arthur C. Clarke, y entre su obra, quizá la más paradigmática en cuanto a estos excesos sea Las fuentes del paraíso (1979).
SF – Ficción prospectiva
Claro, esta es la parte más polémica, la más difícil de nombrar pero la que más interesa a Moreno (y a mí). Se trata del conjunto de libros de ciencia ficción que exploran las inquietudes culturales actuales para trasladarlas a escenarios improbables pero no imposibles, manteniendo una estética en el sentido literario, poético, del término. En parte puede llegar a ser vista como ajena a la ciencia ficción, porque el estigma sobre el género se basa en tópicos de hard sci-fi mezclados con ramalazos de space opera. Lo que no es necesariamente negativo, salvo que por el camino se nos caiga en el abismo del olvido que en realidad hablamos de literatura.
Aquí emplazo por ejemplo mi particular pódium de la ciencia ficción: Ursula K. Le Guin, Philip K. Dick y Stanislaw Lem. Aunque como el propio Fernando Ángel Moreno enumera, hay otros autores y obras, quizá inesperados. Una breve lista puede ayudar a romper prejuicios de nuevos lectores inesperados: Quizás nos lleve el viento al infinito (Torrente Ballester, 1984) Ensayo sobre la ceguera (Saramago, 1995), La posibilidad de una isla (Houllebecq 2005). Adelanto que esta misma visión es la que hago de la fantasía, aunque ahí seguramente me deje guiar por David Roas y su Todos los límites de lo real.
Papá ¿por qué leemos ciencia ficción? (bueno, tú, yo no)
Algunos tenemos la extraña predilección de elegir siempre el bando que pierde. No se trata de llevar la contraria, sino de aprender a mirar detenidamente. De escuchar en el silencio. Generalmente lo masivo es demasiado obvio, sonoro. Es rápido, casi evidente. Qué busco, o qué encuentro, en los libros de ciencia ficción que van a ir apareciendo en esta serie de posts:
La capacidad de asombro
Se nos ha olvidado sorprendernos. Apenas nos damos permiso a explorar, o apenas fijamos la atención en nada lo suficiente como para comprenderlo en su plena magnitud. El asombro no es deslumbrarse por explosiones y luces hipnóticas, al contrario: es sutil, contemplativo. Como algo pudo estar siempre ahí, sin que nos diéramos cuenta.
La ética de nuestro presente
Es el género perfecto para preguntarnos sobre los dilemas morales de nuestro avance tecnológico. Pero también social. Inteligencia artificial, alienamiento social… ¿no es eso lo apasionante de Black Mirror?
La construcción del futuro
El futuro se construye desde hoy.
Plantearnos una proyección de nuestro presente es una forma de incidir sobre ese futuro, de hacernos replantear procurando ver que deja espacio para nosotros, y que ese espacio comienza hoy.
Sí, mezclo espacio tiempo como Juan Ramón, porque esto va de ciencia ficción pero sabemos poesía y física un montón. Toma ya.
Dame 3 libros para empezar con novelas de ciencia ficción
Sin pensar:
Solaris (Lem, 1961)
Dune (Herbert, 1965)
Los desposeídos (Le Guin, 1974)
Y siempre puedes seguir por esta lista.
Ciencia ficción: el universo en constante expansión
Puertas a mundos desconocidos que son este. Futuros por explorar que nos hablan del presente. Parece complejo, pero es todo relativamente sencillo. No es (solo) entretenimiento, es enriquecimiento personal, filosófico y vital.
¿Tienes alguna sugerencia de libros a tratar en esta serie? ¿Te gustaría que trate algún tema concreto?
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