Qué modernez esto de la literatura fantástica, siempre de moda y, a la vez, en el punto de mira de lo freakie. Posiblemente sea el género más antiguo de la historia, o al menos uno de ellos. Casi cada cultura ha tenido su propia epopeya, su versión libre y épica sobre la que construir su origen, identidad y posición en el mundo. Aunque hoy nos pueda parecer un nicho reservado para dragones y elfos, realmente la variedad y las posibilidades para la creatividad son infinitas.
Este post es la introducción a una serie dedicada a la literatura fantástica. Toca revisar características principales, la evolución histórica, la influencia cultural y todo eso. También intentaré ver si es un género escapista y esteta o hay espacio para algo más. Spoiler: seguro que sí.
¿Qué es la literatura fantástica?
La definición del género
Ya estamos; si apenas es posible intentar definir la ciencia ficción, cómo se va a definir un género mucho más amplio a priori, cuya concepción se pierde en la niebla de los tiempos. Digamos que literatura fantástica sería aquella que introduce elementos mágicos, sobrenaturales, en un texto narrativo. Aunque habría que añadir que también pudiera ser un texto poético, posiblemente épico. A partir de aquí, cogida la definición (¿o sería más bien una descripción?) con alfileres, podemos variar a placer el nivel de desconexión frente a la realidad. Lo cotidiano puede aparecer poco, mucho o nada, jugando con una dialéctica entre lo conocido y lo sorprendente.
Visto así, si algo me resulta interesante de la literatura fantástica son las posibilidades de romper las reglas. ¿Qué reglas? Cualquiera. La que más interese en el momento. ¿No es potente? No se trata de crear la quincuagésima versión de un mundo protomedieval con hadas y dragones cambiados o no de nombre. Qué va. Se trata de romper reglas. Visto sí, la literatura fantástica adquiere una serie de posibilidades mucho más atractivas, gamberras y casi punk: fuck da system.
Eso sí, hay que mantener la coherencia interna. Todo es posible, pero dentro de un marco. Una vez establecido este… hay que respetarlo. Porque si no, aquello puede convertirse en un dislate. Nada apesta más que un Deus ex machina, por ejemplo. Aunque luego revisas el clásico más clásico del género, o el clásico más reciente y exitoso entre las masas, y resulta que hay plaga. Casi parece obligatorio meter unos salvadores circunstanciales que estaban allí como quien toma un vermut a mediodía. En fin, en la medida de lo posible: no hacer, no tocar.
Orígenes de lo fantástico
Los primeros escritos son unas tablillas de contabilidad. Sí, si esperabas que dijera que la humanidad escribió literatura fantástica antes que nada, lo siento: no fue así. Los primeros en escribir fueron tenderos dejando a fiar, o sus contables. De hecho, las primeras pinturas rupestres no dejan de ser garabatos y rayas que podrían cumplir funciones similares.
De lo que también hay rastro es de rituales. Estos rituales, tradiciones folclóricas y manifestaciones sacras se mantienen hasta aparecer también en forma de primeros escritos. El Gilgamesh por ejemplo es una epopeya sumeria que incluye gran parte de los ingredientes de la fantasía mitológica como dioses, monstruos, paseos por el inframundo… lo normal en la vida diaria de un soberano de la ciudad de Uruk.
Pero también puede considerarse aquí la mitología griega, la nórdica, la irlandesa, toda la tradición europea de cuentos de hadas… toda una serie de historias, probablemente originadas en la tradición oral y que, tras diversas mutaciones, han llegado a nosotros. Puede decirse entonces que la tradición de desafiar la comprensión de la realidad a través de lo fantástico es una constante humana universal.
Géneros afines
Si hablamos de desafío a la realidad, pensamos también en ciencia ficción. Hay quien considera a la ciencia ficción como un subgénero de la literatura fantástica. En mi opinión es un error. Son géneros primos hermanos, pero suficientemente diferenciados. No me repito sobre lo que es la ciencia ficción.
Ambos géneros comparten la fractura frente a la realidad, pero mientras la ciencia ficción lo argumenta sobre una base científica, la fantasía tira de magia. Ambos pueden ir hacia lo épico, hacia la creación de mundos, pero lo hacen de formas radicalmente distintas. No es lo mismo la épica de El señor de los anillos, que la de Dune o Fundación. Existe un fundamento diferenciado.
Esto no quita que alguno de los objetivos o características que vimos para la ciencia ficción no puedan aplicar en la literatura fantástica. Seguramente, sean más o menos habituales, podrían considerarse igualmente y por razones parecidas.
Otro género afín que se me ocurre sería el realismo mágico. Aquí el mestizaje es claro: el realismo mágico tomó prestado de esa mitología popular muchos elementos que trasladó a obras netamente realistas, que no iban a un nicho fantástico, dándoles esa particularidad mágica.
El realismo mágico integra lo paranormal como algo cotidiano, y de integrado, deja de ser incluso nuclear a la historia, quedando casi como recurso estético. En la fantasía ese recurso sobrenatural suele ser un motivo para la épica, o un hilo conductor (su existencia, no su explicación).
Así que en principio, lo considero afín, pero desde luego un género diferenciado. Y eso que, por ejemplo con Cortazar, a veces cuesta encontrar la frontera entre los géneros. Eso es lo bueno, supongo: ese terreno liminal , poco explorado, fronterizo entre recursos, formas y géneros. Al menos, es lo que me interesa.
Características principales de la literatura fantástica
Aunque da para otro post completo, resumo aquí los lugares más comunes en la literatura fantástica. Por qué cautiva nuestra imaginación y cómo lo hace.
Creación de mundos
Una de las características más habituales es la construcción detallada de mundos alternativos. Además, estos mundos pueden llegar a tener un nivel de detalle muy alto. Son escenario y condicionan la trama, cuando no son directamente tratados como un personaje en sí mismo. Consisten de geografía, climatología, fauna y flora propias. Y las especies que en él conviven pueden a su vez tener sus distintos idiomas, sistemas culturales, etc.
Lo mágico y lo sobrenatural
La ruptura de las leyes de la física y la biología se hace de forma mágica. Aquí no hay una motivación científica o tecnológica que justifique nada. Simplemente es otro mundo con sus propias reglas y seres. Una vez pactada la suspensión de la incredulidad, las posibilidades son innumerables. Es decir, no necesariamente han de aparecer dragones, elfos y gente peleando con espadas en una edad media inmutable.
Lucha entre el bien y el mal
La batalla dialéctica entre el bien, el mal y el peor. Este planteamiento moral es un tema recurrente en la literatura fantástica, aunque para mi gusto se ha tratado en innumerables ocasiones desde una perspectiva demasiado plana. Buenos perfectos, malos muy malos. Y alguno que es peor. Esta simplicidad corre el peligro a veces de pasar a ciertas obras del género al terreno de lo infantil/juvenil sin que fuera la idea inicial.
Lógicamente no siempre es así, y existen obras cuyos personajes tienen la profundidad suficiente como para trasladar esta batalla moral de una forma interesante para el público adulto.
El camino del héroe
Si la narrativa del camino del héroe aparece prácticamente en todos los géneros y obras, es en la literatura fantástica donde el arquetipo está más explorado. Un héroe inesperado que inicia un viaje más grande que él mismo, y en el que va evolucionando tanto mental como físicamente. Por alguna razón nos motivan las historias de esfuerzo, sacrificio y superación.
Ejemplos de subgéneros de la literatura fantástica
Podría poner aquí una lista de clásicos y otra de subgéneros. Pero para no alargar y porque será objeto de posts del futuro, lo que voy a intentar aquí es mostrar la variedad, más allá de orcos, enanos y mazmorras, que puede coexistir en el género en base a sus subgéneros más reconocibles.
Pero he de empezar por lo obvio: la fantasía épica o alta fantasía. Sí, justo lo que acabo de desdeñar. Que sea previsible no significa que sea prescindible. El señor de los anillos o Canción de hielo y fuego, ¿verdad? Pero ¿qué tal probar El nombre del viento de Patrick Rothfuss?
Si hay alta fantasía, habrá baja fantasía, a veces también llamada fantasía urbana. La alta transcurre en un mundo imaginario, la baja en cualquier época del nuestro. Claro, Harry Potter, ¿no? O Neverwhere, de Neil Gaiman.
¿Algo más sombrío? La fantasía oscura transita entre lo mágico y lo terrorífico. Metería aquí a H.P. Lovecraft como un gran clásico. O el ciclo de Elric de Melnibone de Michael Moorcock.
En esta línea de oscuridad estaría el grimdark. Un ambiente distópico, moralidad nula o relajada, tono sombrío y en determinados aspectos, un realismo brutal. Es curioso que el apelativo proviene del universo de Warhammer 40.000. La primera ley, de Joe Abercrombie.
La space opera… espera, ¿esto no era ciencia ficción? Pues depende. Si se pasa las mínimas leyes de la astrofísica por donde le apetezca, y la ciencia o la tecnología no tienen nada que ver con la historia, para mí es fantasía. Sí, estoy pensando en Star Wars.
Fantasía infantil y juvenil, fantasía histórica… como cualquier género o más, la literatura fantástica puede mestizarse de mil maneras. Y seguro que quedan cosas por descubrir. Como últimas nominaciones: Mundodisco, de Terry Patchett, que trabaja desde el humor. Y buscando nuevos límites del género, La casa de hojas de Mark Danielewski o El atlas de las nubes de David Mitchell.
Influencia de la literatura fantástica en lo popular
Si la literatura fantástica siempre ha transitado de la mano con lo humano, no es de extrañar que hoy siga presente prácticamente en todas sus facetas culturales. Ha inspirado adaptaciones a series, películas, videojuegos y cualquier otro formato que podamos considerar.
El siglo XXI comenzó con la adaptación cinematográfica de El señor de los anillos, tres super producciones que establecieron muy alto el listón de la excelencia en este tipo de producciones. Además convirtió el nicho del universo Tolkien, que ya llevaba décadas contando con su propio merchandising y fanbase, en todo un fenómeno de masas, transformando también toda su imagen y perspectiva.
Si hablamos de fenómenos masivos y televisivos, la segunda aparición obvia es Juego de tronos. Las novelas de George R.R. Martin, que no caen desde luego en esos personajes planos de la dialéctica moral del género, alcanzaron cotas de popularidad inesperadas para el género.
En el mundo de los videojuegos existen también sagas que se incrustan en esta tradición. The Witcher se basa en la obra de Andrzej Sapkowski, con sus criaturas mágicas, dilemas éticos y estética particular.
Elden Ring, Warcraft, Diablo… o aquel mítico Golden Axe de inicios de los noventa: todos, de una forma u otra, extraen de la literatura fantastica su estética y argumento.
Por no entrar en que, éxitos masivos a aparte, determinadas obras han servido de inspiración de artistas que, a su vez, eran fanáticos de alguna de estas obras.
¿Por qué me interesa literatura fantástica?
Quiero ver la literatura fantástica como mucho más que entretenimiento: es una puerta a la libertad creativa, a la imaginación, a a vez que puede ser un espejo de la condición humana, de sus temores y anhelos, además de un refugio entre la rutina.
Nos estimula a pensar más allá de lo rutinario, nos hace preguntas fundamentales sobre qué significa ser humano, y nos permite hacerlo sin censura, porque se sitúa en mundos o universos que apenas nos condicionan.
Por otro lado, en un día a día lleno de obligaciones, la literatura fantástica puede ser un refugio en el que alejarse de todo. La posibilidad de descubrir o recordar que siempre hay algo más allá de lo que vemos inmediatamente.
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